(foto provisional)
El terrado comunitario fue nuestro primer refugio, pero tuvimos alguno más. Uno que hicimos con nuestras manitas en lo que llamábamos “la zona”, justo todo lo que hoy es Sant Joan D´espi y TV3.
En aquella época no había nada más, muchísimas hierbas altas, y explanadas de terreno perfecto para montarte la historia que quisieras, sólo hacía falta la imaginación, y de eso... no andábamos faltos precisamente!.
Allí discurrían nuestros domingos con sus juegos setenteros. Aprendimos a conducir la bicicleta SIN rueditas traseras, qué susto!!! Papá no me sueltes!!. Allí escuchábamos los partidos de fútbol en la radio del Renault 12 familiar, y emulábamos a los delanteros de los equipos de primera. Fue donde hicimos nuestra primera y segunda cabaña, cortando como podíamos las cañas que se elevaban por encima de nuestras cabezas. Nuestros refugios, donde nos sentíamos seguros, NUESTRO ESPACIO. Donde su padre nos enseñó a conducir, cuando fuimos lo suficientemente altos como para llegar a los pedales. Aquel 2 CV de color azul que nos llevaba de vuelta a casa y en el que su padre, cuando llegábamos a la puerta del garaje nos decía –gritad fuerte “abrete sésamo”, y la puerta se abría dejándonos a todos boquiabiertos, “es magia!!!”.
Pero volvamos al terrado, justo al “poyete” donde antaño cabían nuestros cuerpecitos sentados. Hablábamos de mil cosas, y él ilustraba aquellos momentos infantiles con historias algunas veces increíbles. Como cuando me hacía creer que él y su padre habían subido el everest obligándome, cuando llegaba a casa a correr en busca del último atlas comprado para comprobar dónde decía que se había ido de excursión... y eso era con 5 años!. Yo tenía uno menos, por lo que me creía todo lo que decía, era mi gran gurú, aquel que conseguía calmar mi pronto caprichoso de niña pequeña., aquel que consiguió convencerme para “probar” la viscosidad blanca que había en aquel tarro de Nivea ...
A aquella terraza que sólo lo utilizaban nuestras familias, los demás niños del bloque apenas subían, pero nosotros nos sobrábamos para inventar todo aquello que nos hacía salir de la realidad cotidiana. Y si no que se lo pregunten a su hermano, que también participó en el primer cohete lunar español!!. Aquel que construíamos más con la mente, que con todas aquellas maderas y tornillos que se arremolinaban a nuestro alrededor. Nuestras madres no nos dejaban “jugar” con las herramientas de su padre, pero nosotros, como buenos niños, hacíamos caso omiso a las advertencias, y algún dedito nos “machamos”..., pero nada que el tiempo y la mercromina no pudiera curar.
Ese terrado que vio el gran hematoma que se hizo alrededor de la boca, cuando intentaba demostrar la teoría de los cuerpos herméticos con aquel yogurt natural, o el “teléfono” que hicimos para hablar entre la casa de tus padres y la mía, un cordón largo atado a dos vasos de danone... Y el “conecta” que construimos con plantillas de preguntas y respuestas, bombilla y cables de conexión...
Los partidos de boley en el portal de casa donde plantábamos cara “a nuestra manera”, a la expropiación de terreno de muebles Herrero ocupando un trozo del vallado para poder hacer dos campos ... La “pistola” de pinzas que construíamos para lanzar desde la azotea, a ver si le sacábamos un ojo al infinito... y nuestro famoso juego de los espejos, que nos costó más de un grito desde el bloque de enfrente, cansados de ser continuamente deslumbrados por los mocosos del otro lado. Las bombas de agua fabricadas con papel, el tente, las carreras de coches, el EXIN castillo ...
Aunque el rol femenino de “las chicas a las muñecas, los niños a las pistolas” era algo que intentaban continuar alguno/a de mis familiares, yo nunca secundé aquello. Mis padres jamás cambiaron mis gustos por aquellos juegos, y los que me regalaron "
nancys" y "
leslys" tuvieron que dejar de hacerlo al comprobar que se acumulaban en el fondo del armario de mi habitación.
Esos fueron los juegos que me acompañaron de pequeña, y como si de la leyenda de Arturo se tratara, Sir. Lanzarote del lago, Allende en los mares, alias hoy en día “Lo Pep Alvarez” fue el caballero que me acompañó en todo aquello que fue mi infancia.
Con el paso del tiempo, aquellos niños fueron ampliando el círculo, y a él se sumaron mi hermana, su hermano, y los vecinos del 1º. Pero la complicidad que había entre nosotros a la hora de idear historias era total.
Más tarde llegaron las afinidades musicales, mucho más tarde por supuesto, y también coincidimos en muchos grupos. El nuestro por antonomasia FUE, ES Y SERÁ Depeche Mode.
Todavía mantenemos la misma discusión, quien de los dos hizo escuchar al otro la primera canción de DM que llegó a nuestras vidas, “people are people”.
http://es.youtube.com/watch?v=bR-Sl71N-So&feature=relatedhttp://es.youtube.com/watch?v=diPl3fA9ligEn lo que si coincidimos es en señalar el
“101” como el mejor disco del grupo. Esa
ruta 66 que hizo de la gira, el video más reproducido en el sistema VHS que había en casa.
Ahora que hemos crecido, que miramos con nostalgia el anuncio de cocacola, seguimos yendo a los conciertos, y continuamos comprándonos los cd´s de sus trabajos. Ahora los reproducimos en el mp3 de turno, o los conectamos al portátil.
http://www.youtube.com/watch?v=dPr421a-re4
Ahora que nuestras vidas crecen en líneas diferentes, ahora es cuando quiero encontrar ese punto de unión que me haga recordar lo que fuimos. Hermanos sin compartir sangre, compañeros en los juegos de equipo, confidentes cuando nos tocó pasar la adolescencia, y se empeñaba en jugarnos alguna mala pasada, pero sobretodo y ante todo amigos, con el que sé que podré contar siempre, y espero que él sienta/piense/tenga claro que tendrá lo mismo en mí.